domingo, 14 de octubre de 2012

Novela "El Símbolo Perdido" y Fragmento explicativo


Capítulo 126
La biblioteca de la Casa del Templo era la sala de lectura abierta al públicomás antigua de Washington. Sus elegantes estanterías albergaban casi un cuarto de millón de volúmenes, entre los que figuraba un valioso ejemplar del Ahiman Rezón o Los secretos de un hermano preparado. Además, la biblioteca tenía expuesta una interesante colección de joyas masónicas y objetos ceremoniales, que incluía un raro volumen impreso a mano por Benjamin Franklin. Aun así, la pieza favorita de Langdon entre los muchos tesoros de la biblioteca era una que no solía recibir mucha atención. «La ilusión óptica.» Solomon le había enseñado mucho tiempo atrás que, desde la perspectiva adecuada, la mesa de lectura de la biblioteca y la dorada lámpara de mesa creaban la inequívoca ilusión de una pirámide, rematada por un reluciente vértice de oro. Solomon siempre decía que aquella ilusión óptica era para él un silencioso recordatorio de que los misterios de la masonería estaban a la vista de todos, siempre que se contemplaran desde el punto de vista adecuado. Esa noche, sin embargo, los misterios de la masonería se habían materializado de manera particularmente visible. Langdon estaba sentado frente al venerable maestro Peter Solomon, con la pirámide masónica entre ambos. Peter le sonrió. -La «palabra» a la que aludes, Robert, no es una leyenda, sino una realidad. Langdon lo miró un momento con gesto extrañado a través de la mesa, y al final habló. -No entiendo... ¿Qué quieres decir? -¿Qué es lo que te parece tan difícil de aceptar? «¡Todo!», habría querido decir Langdon mientras buscaba en la mirada de su viejo amigo algún rastro de sentido común. -¿Me estás diciendo que crees que la Palabra Perdida es real... y que tiene verdadero poder? -Un poder enorme -dijo Peter-. Tiene el poder de transformar a la humanidad, mediante la revelación de los antiguos misterios. -¿Una palabra? -preguntó Robert con escepticismo-. ¡Peter, no puedo creer que una palabra...! -Creerás -afirmó Peter con calma. Langdon le sostuvo la mirada en silencio. -Como sabes -prosiguió Solomon, que para entonces se había puestode pie y caminaba alrededor de la mesa-, hace mucho se profetizó que algún día la Palabra Perdida volvería a descubrirse..., volvería a salir a la luz..., y entonces la humanidad tendría acceso una vez más a su poder olvidado. Langdon recordó de pronto la conferencia de Peter sobre el Apocalipsis. Aunque mucha gente interpretaba erróneamente el Apocalipsis como el cataclismo que pondría fin al mundo, el término significaba literalmente «quitar el velo», y los antiguos lo habían profetizado como la revelación de una gran sabiduría. «La inminente era de la luz.» Aun así, Langdon no imaginaba que un cambio de tan vastas repercusiones pudiera ser el producto de... una palabra. Peter hizo un gesto en dirección a la pirámide de piedra, depositada sobre la mesa junto a su vértice de oro. -La pirámide masónica -dijo-. El symbolon legendario. Esta noche vuelve a estar unido... y completo. Cogió el vértice dorado y lo colocó con reverencia sobre la cúspide de la pirámide. La pesada pieza se acopló suavemente en su sitio, con un chasquido. -Esta noche, amigo mío, has logrado algo que nunca se había hecho.Has ensamblado la pirámide masónica, has descifrado todos sus códigos y, finalmente, has revelado... esto.Solomon sacó una hoja de papel y la dejó sobre la mesa. Langdon reconoció la cuadrícula de símbolos, reorganizados según las indicaciones del cuadrado de Franklin de orden ocho. La había estudiado brevemente en la Sala del Templo. -Me pregunto -dijo Peter- si serás capaz de interpretar esta disposición particular de los símbolos. Después de todo, tú eres el especialista. Langdon contempló la cuadrícula. «Heredom, circumpunto, pirámide, escalera...»

 Hizo una inspiración profunda. -Bien, Peter, como probablemente habrás notado, se trata de un pictograma alegórico. Evidentemente, el lenguaje no es literal, sino más bien metafórico y simbólico. Solomon rió entre dientes. -¡Hazle una pregunta sencilla a un experto en símbolos y verás lo que te responde! Muy bien, dime qué ves. «¿Realmente quieres saberlo?» Langdon se acercó la hoja. -Verás, ya había estudiado antes la cuadrícula y, en términos sencillos, veo que es una imagen... que representa el cielo y la tierra. Peter arqueó las cejas con expresión de asombro. -¿Ah, sí? -Por supuesto. En lo alto de la imagen tenemos la palabra Heredom, la «casa sagrada», que yo interpreto como la casa de Dios... o el cielo. -Muy bien. -La flecha orientada hacia abajo, después de Heredom, significa que el resto del pictograma corresponde a todo aquello que está por debajo del cielo, es decir..., la tierra. -Los ojos de Langdon se desplazaron entonces hasta la base de la cuadrícula-. Las dos filas inferiores, las que están debajo de la pirámide, representan la tierra propiamente dicha, el reino inferior. Muy adecuadamente, ese reino más bajo contiene los doce signos astrológicos, que representan la religión primordial de las primeras almas humanas que levantaron la vista al cielo y vieron la mano de Dios en el movimiento de las estrellas y los planetas. Solomon acercó la silla para ver mejor la cuadrícula. -De acuerdo. ¿Qué más? -Sobre la base de la astrología -prosiguió Langdon-, la gran pirámide se alza desde la tierra... y sube hacia el cielo..., el símbolo permanente de la sabiduría perdida. En su interior vemos las grandes filosofías y religiones de la historia: egipcia, pitagórica, budista, hindú, islámica, judeocristiana..., y todas ellas ascienden y se acercan entre sí, en su camino hacia la puerta transformadora de la pirámide..., donde finalmente se funden en una sola filosofía humana unificada. -Hizo una pausa-. Se unen en una sola conciencia universal..., una visión mundial común de Dios..., representada por el antiguo símbolo suspendido sobre el vértice. -El circumpunto -dijo Peter-, símbolo universal de Dios. -Exacto. A lo largo de la historia, el circumpunto lo ha sido todo para todos los pueblos: el dios del sol Ra, el oro de los alquimistas, el ojo que todo lo ve, la singularidad anterior al Big Bang, el... -El Gran Arquitecto del Universo. Langdon asintió, intuyendo que quizá había sido ése el argumento esgrimido por Peter en la Sala del Templo para fundamentar la idea de que el circumpunto era la Palabra Perdida. -¿Y por último? -preguntó Peter-, ¿Qué me dices de la escalera? Langdon contempló la imagen de la escalera bajo la pirámide. -Tú sabes mejor que nadie, Peter, que éste es el símbolo de la escalera de caracol de la francmasonería... La escalera que asciende de la oscuridad terrenal a la luz..., como la escalera de Jacob, que sube al cielo..., o la columna vertebral escalonada del ser humano, que conecta el cuerpo mortal del hombre con su mente eterna. Hizo una pausa-. En cuanto al resto, parece ser una combinación de símbolos celestiales, masónicos y científicos, confirmación todos ellos de los antiguos misterios. Solomon se acarició la barbilla. -Elegante interpretación, profesor. Naturalmente, coincido contigo en que esta cuadrícula puede leerse como una alegoría, y aun así... -Sus ojos brillaron con un destello misterioso-. Esta colección de símbolos también cuenta otra historia, una historia mucho más reveladora. -¿Ah, sí? Solomon empezó a caminar otra vez por la habitación, alrededor de la mesa. -Hace unas horas, esta noche, en la Sala del Templo, cuando creía que iba a morir, miré esta cuadrícula y, de alguna manera, vi más allá de lametáfora y de la alegoría y llegué al corazón de lo que nos dicen estos símbolos. -Hizo una pausa y se volvió bruscamente hacia Langdon-, Esta cuadrícula revela el lugar exacto donde está enterrada la Palabra Perdida. -¿Qué? Langdon se movió con incomodidad en la silla, temiendo de pronto que las traumáticas experiencias de la noche hubieran hecho mella en la serenidad mental de su amigo. -Robert, la leyenda siempre ha dicho que la pirámide masónica es un mapa, y no uno cualquiera, sino un mapa muy específico, capaz de guiar a aquellos que sean dignos hasta el lugar secreto donde se esconde la Palabra Perdida. -Solomon golpeó con el dedo índice la cuadrícula de símbolos que Langdon tenía delante-. Te aseguro que estos símbolos son exactamente lo que afirma la leyenda. Son un mapa, un diagrama concreto que revela el sitio exacto donde encontraremos la escalera que desciendehasta la Palabra Perdida.Langdon dejó escapar un risitaincómoda y se propuso actuar concautela.-Verás, Peter, aunque yo creyera en la leyenda de la pirámide masónica, esta cuadrícula de símbolos jamás podría ser un mapa. Mírala. No se parece en nada a uno. Solomon sonrió.-A veces sólo se necesita un ligerísimo cambio de perspectiva para ver algo conocido bajo una luz completamente nueva. Langdon volvió a mirar, pero no vio nada diferente. -Déjame que te haga una pregunta -dijo Peter-, ¿Tú sabes por qué los masones colocamos la piedra angular en la esquina nororiental de los edificios? -Sí, claro que sí. Porque la esquina nororiental es la que recibe los primeros rayos del sol por la mañana. Es un símbolo del poder de la arquitectura para ascender de la tierra a la luz. -Correcto -repuso Peter-. Entonces quizá deberíamos buscar allí los primeros rayos de luz. -Señaló la cuadrícula-. En el ángulo nororiental. Langdon volvió a mirar la hoja, dirigiendo ahora la vista a la esquina superior derecha, o ángulo nororiental. El símbolo en esa esquina era i. -Una flecha que apunta hacia abajo -dijo Langdon, tratando de comprender adonde quería llegar Solomon-. Eso significa... «bajo» Heredom. -No, Robert, «bajo», no -replicó Solomon Piensa. La cuadrícula no es un laberinto metafórico, sino un mapa. En un mapa, cualquier flecha direccional que indique hacia abajo significa... -¡El sur! -exclamó Langdon, sorprendido. -¡Exactamente! -respondió Solomon sonriendo ahora de entusiasmo-, ¡El sur! En un mapa, «abajo» es el sur. Además, en un mapa, la palabra «Heredom» no es una metáfora del cielo, sino el nombre de un lugar geográfico específico. -¿La Casa del Templo? ¿Estás diciendo que este mapa apunta... al sur de este edificio? -¡Alabado sea Dios! -exclamó Solomon entre risas-. ¡Por fin ves la luz! Langdon se puso a estudiar la cuadrícula. -Pero, Peter..., aunque tengas razón, un punto al sur de este edificio podría ser cualquier lugar, sobre un meridiano que mide más de treinta y ocho mil kilómetros de largo. -No, Robert. Se te olvida la leyenda, según la cual la Palabra Perdida está enterrada en Washington, lo que acota considerablemente el segmento de meridiano que nos interesa. Además, la leyenda también asegura que hay una piedra enorme sobre la abertura de la escalera... y que en esa piedra hay un mensaje grabado, un mensaje escrito en una lengua antigua, a modo de señal, para los que sean dignos de encontrarla. A Langdon le costaba tomar en serio lo que estaba oyendo, y aunque no conocía Washington lo suficiente como para recordar lo que había al sur del lugar donde se encontraban, estaba bastante seguro de no haber visto nunca una piedra enorme con un mensaje grabado, colocada encima de una escalera subterránea. -El mensaje grabado en la piedra -dijo Peter- está aquí mismo, ante nuestros ojos. -Golpeó con el índice la tercera fila de la cuadrícula, delante de Langdon-. ¡Ésta es la inscripción, Robert! ¡Has resuelto el enigma! Sin salir de su perplejidad, Langdon estudió los siete símbolos. 


«¿Resuelto?» No tenía la menor idea de lo que podían significar esos símbolos completamente dispares entre sí, y estaba seguro de que no estaban grabados en ningún lugar de la capital..., ni menos aún en una piedra gigantesca depositada encima de una escalera. -Peter -dijo-, no veo qué conclusión podemos sacar de todo esto. No sé de ninguna piedra en Washington que tenga grabado este... mensaje. Solomon le dio unas palmadas en el hombro. -Has pasado muchas veces a su lado, sin verla. Todos lo hemos hecho. Está completamente a la vista, lo mismo que los misterios. Y esta noche, cuando vi los siete símbolos, comprendí en un instante que la leyenda era cierta. La Palabra Perdida está sepultada en Washington..., y es cierto que reposa al pie de una larga escalera, bajo una piedra enorme con un mensaje grabado. Extrañado, Langdon guardó silencio. -Robert, creo que esta noche te has ganado el derecho a conocer la verdad. Langdon miró fijamente a Peter, intentando asimilar lo que acababa de oír. -¿Vas a decirme dónde está enterrada la Palabra Perdida? -No -respondió Solomon mientras se ponía de pie con una sonrisa-. Te lo voy a enseñar […]

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-Dan Brown- El Símbolo Perdido 

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